Luis Barragán nació en el seno de una próspera familia de hacendados, muy católica como era lo normal en las familias de su estirpe. Fue hijo de Juan José Barragán y Ángela Morfín. Pasó su niñez al lado de sus padres y sus seis hermanos, tres mujeres y tres hombres, en el barrio de Santa Mónica de su ciudad natal. Solía pasar sus vacaciones y prolongadas estancias en la hacienda de Corrales, en las inmediaciones de Mazamitla, Jalisco. La experiencia infantil de esas estancias en el campo, en el entorno rural mexicano, en la naturaleza serrana donde estaba la hacienda familiar, dejaría una profunda huella que se reflejaría en su creación artística y daría como resultado la "definición de un estilo mexicano universal". Estudió en la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara, donde conoció a personajes como Rafael Urzúa y Pedro Castellanos, con quienes entabló una profunda y perdurable amistad. Su interés por la arquitectura, según afirmaba él mismo, había nacido fundamentalmente de la influencia del ingeniero Agustín Basave, uno de sus ilustres maestros.
Viajó a Francia y España de 1925 a 1926; en París visitó la Exposition Internationale des Arts Décoratifs et Industriels Modernes. Una de las imágenes que más le impresionó en esa época fue la foto de un jardín diseñado por Ferdinand Bac, que ese año había publicado un libro titulado Jardins enchantés, lo que llevaría a que se estableciera una relación personal entre ambos. En su viaje tiene un encuentro con las culturas mediterráneas, tanto europeas como musulmanas, que influyeron en su arquitectura (en especial con la ciudades mediterráneas, la jardinería y el uso expresivo del agua y con la Alhambra de Granada). Conoció a Le Corbusier en 1931, cuando asistió a sus conferencias en París y tuvo la oportunidad de estudiar su obra.
Entre 1927 y 1936 ejerció su práctica profesional en Guadalajara remodelando y proyectando casas, con un estilo derivado tanto de las influencias de la arquitectura mediterránea como de las tradiciones locales. Su primera obra en forma fue la remodelación de la casa del licenciado Emiliano Robles León, notable abogado tapatío cuya casa estaba en la esquina de las calles de Pavo y Madero. En dicha remodelación destacó el trabajo de la madera en barandales y puertas, diseñadas por el mismo Barragán, así como el patio central, dotado de una fuente. Encantado por el resultado de la obra del joven arquitecto, el señor Robles León le encargó posteriormente el proyecto para diversas casas para renta así como el de su casa de descanso en Chapala. Su primera intervención en el espacio público fue, junto con su hermano Juan José, en el parque de la Revolución de Guadalajara (del cual, desafortunadamente, quedan apenas vestigios). En 1931 viajó a Nueva York donde conoció a Frederick Kiesler y se publicó por primera vez en el extranjero un artículo sobre su obra en Architectural Review y House and Garden. Posteriormente pasó a residir en la ciudad de México, donde proyectó varias construcciones habitacionales de inspiración funcionalista y con carácter netamente comercial, en su etapa conocida como racionalista. En 1951 visitó Marruecos.
Sin embargo, su interés por los jardines y la arquitectura paisajista y su deseo de no depender financieramente de sus clientes lo llevaron a la práctica de promotor inmobiliario. En 1945 diseñó y creó el plan de urbanización del Pedregal de San Ángel junto a otros arquitectos, entre ellos Max Ludwig Cetto Day, cuya casa fue la primera erigida en la zona. En 1943 adquiere unos terrenos en Tacubaya donde construye una primera casa (después conocida como Casa Ortega) y posteriormente su propia residencia anexa a un taller en 1947, la cual fue declara por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad[2] a partir de 2004 y que manifiesta plenamente su propio lenguaje arquitectónico, conocida como Casa Luis Barragán[3]; hoy está abierta al público previa cita.[1]
Su obra fue refinando un lenguaje en el cual se hallan elementos de la arquitectura magrebí,África, España y de las zonas rurales de su natal estado de Jalisco. El lenguaje formal de su arquitectura está hecho de construcciones masivas, con gruesos muros y aberturas dosificadas, donde los acabados son de marcada textura y con brillantes colores. Elementos como el agua y la luz desempeñan un papel fundamental en sus proyectos, casi siempre enriquecidos por jardines.
Entre 1955 y 1960 restauró el Convento de las Capuchinas Sacramentarias en Tlalpan; en 1957 realizó el proyecto de escultura urbana de las torres de Satélite, en colaboración con el escultor Mathias Goeritz y en 1976 construyó la Casa Gilardi, en la cual sobresale el uso del color en el comedor-piscina.
Su discurso sobre la arquitectura vernácula coincidió en los 60 y 70 con intereses estructuralistas y de semiótica de la arquitectura. El mundo arquitectónico de Nueva York lo lanzó al estrellato internacional mediante la exposición de 1976 del Museo de Arte Moderno de Nueva York[2] llamada "The Architecture of Luis Barragan". Fue miembro del SAM y de la AIA,[3] y obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura del gobierno de México.[4] El máximo reconocimiento arquitectónico lo consiguió en 1980, cuando se le concedíó el Premio Pritzker[5] en su segunda edición. Murió en 1988,
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