El despacho “Búnker Arquitectura”, con sede en la ciudad de México, ha anunciado una interesante propuesta para renovar el centro cultural, político y simbólico de la capital mexicana: planea construir, en plena plaza central, una pirámide invertida y subterránea de 300 metros de profundidad y 775,000 metros cuadrados de superficie.
El proyecto se llama Earthscraper [Rascasuelos] (en oposición a “skyscraper”, rascacielos) y se ubicaría en pleno corazón citadino, ahí donde en sucesivas épocas han confluido las distintas corrientes de poder que han regulado al país, de los aztecas a los conquistadores, de los virreyes y los obispos a los presidentes de la república y las protestas multitudinarias.
Sin embargo, justamente por todo ese espectro ancestral que pesa en la zona, los arquitectos involucrados pensaron en esta forma subterránea para cubrir ciertas necesidades de entretenimiento, vivienda y de negocios pero sin afectar el patrimonio del llamado “centro histórico”. Quizá también tomaron en cuenta tanto las resonancias míticas y simbólicas que la figura de la pirámide tiene en la historia de México, como el hecho de que las construcciones coloniales se erigieron sobre las ruinas de importantes edificios prehispánicos (una rara inversión especular en la que se confunden los escombros del pasado con el esplendor del presente).
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